En las últimas semanas varios aeropuertos europeos y estadounidenses se han visto colapsados, con largas filas de gente esperando abordar su avión, aerolíneas cancelando vuelos y todos los trastornos resultantes de una demanda crecientemente insatisfecha en relación a la oferta disponible.
Las escenas no se diferenciaban respecto de lo que ocurría normalmente en fechas como Navidad o el Año Nuevo chino antes de la pandemia, solo que esta vez se daban cuando aún la industria aérea lucha por dejar atrás la peor crisis de su historia a manos del Covid-19.
¿Volvimos a la normalidad súbitamente?
Aún no.
Es difícil olvidar que el virus no solo ha dejado un reguero de aerolíneas desaparecidas, pérdidas colectivas por más de US$ 200.000 millones -según estimaciones de la IATA-, miles de despidos en todo el mundo y cifras de viajes aún bajas en relación a un año normal.
También, que la pandemia significó un drástico cambio en los protocolos sanitarios para viajar de un lugar a otro, que han complejizado la experiencia de volar y la tienen en un permanente estado de estrés a medida que nuevas variantes y rebrotes en distintos rincones del globo constituyen turbulencias que amenazan el despegue definitivo.
Lo que ha ocurrido es que a medida que las restricciones sanitarias para viajar comienzan a flexibilizarse en algunas regiones, gracias a los programas de vacunación, la industria aérea no ha sido capaz de responder a la demanda acumulada que ha comenzado a manifestarse en consecuencia.
Porque en un mundo hiperconectado como el que vivimos, la interrupción casi total de los viajes, con miles de aviones en tierra por el cierre de las fronteras, fue una anomalía que más temprano que tarde debía revertirse. Desde Londres a Singapur, en Los Ángeles o en Ámsterdam, el tráfico de pasajeros muestra síntomas vigorosos de recuperación, después de dos años para el olvido.
El problema es que los miles de empleados despedidos en aerolíneas y aeropuertos debido al shut down que impuso la pandemia, no son fáciles de reemplazar con rapidez debido a la capacitación que requieren.
Sin esos pilotos, tripulantes de cabina, personal de seguridad en tierra, controladores aéreos y todos quienes se desempeñan en la cadena de valor, los aviones no pueden volar y los terminales aéreos no pueden funcionar como lo hacían antes.
La situación es especialmente compleja en la medida que se inicia la temporada alta en el hemisferio norte, donde la mayoría de los países europeos y Estados Unidos han eliminado los requisitos de prueba de Covid-19 a los viajeros y se espera una avalancha de turistas deseosos de dejar atrás cuarentenas, mascarillas y pruebas de antígeno.
Es difícil determinar quién tiene la mayor responsabilidad en esto: si las aerolíneas, por mantener la sobreventa de pasajes a sabiendas de sus limitaciones; los aeropuertos, por no anticipar los flujos, o las autoridades respectivas, por no fiscalizar adecuadamente. Probablemente todos juntos.
En América Latina, donde el transporte aéreo doméstico se ha recuperado fuertemente, pero el internacional aún lidia con cifras muy inferiores a la etapa pre pandemia, estamos lejos de experimentar esos niveles de congestión. Pero lo sucedido en esos mercados puede ser un valioso antecedente a tener en cuenta cuando los niveles de tráfico se recuperen en 2023 y 2024, según las estimaciones que se manejan.
Por lo pronto, es estimulante que un sector tan golpeado por el Coronavirus muestre una convalecencia persistente. Si la industria aérea debió esperar casi 30 meses para volver a despegar, las vacaciones que se inician ahora en el hemisferio norte serán la prueba de fuego para saber si la industria aérea logra la ansiada velocidad de crucero.
Por: Sergio Espinosa V.
Periodista chileno especializado en temas de aviación, ha trabajado en los más prestigiosos diarios y revistas de ese país. Aunque ha ocupado distintos puestos, su pasión siempre ha sido escribir sobre la industria aérea.
Soledad
says:En un mundo saturado de información falsa y alarmista, se agradece un artículo muy bien escrito. Suscinto y preciso. Gracias Sergio Espinosa.
Hernán Espinosa
says:Es grato saber a través de esta muy buena síntesis el real diagnóstico de la situación aérea comercial.
Como dice Don Sergio estamos pronto a saber luego del diagnóstico como se comportará la cadena aérea luego de la exigencia en el hemisferio norte. Experiencia que sin duda nos servirá “egoístamente” cuando le toque el turno al hemisferio sur a partir de diciembre.
Jenny Del Rio Roman
says:A very complete and necesary report about the subjet …
Sebastian
says:Gran e interesante artículo. Es imprescindible que la industria, a partir de esta crisis, replantee también sus estándares y pueda retomar el ritmo sin sacrificar en exceso el nivel hacia los usuarios.
Sergio Piñeiro Dávila
says:Muy informativo, en especial para quienes trabajamos (y amamos) la industria de los viajes, sector donde el estado de la aeronáutica es clave para su buen funcionamiento.
Gracias por el insight!
Christian
says:Muy buen informe respecto de la situación que afecta a la industria aérea. Como piloto la he vivido de cerca con los efectos tal cual se explican aquí durante y post pandemia. La recuperación de las líneas aéreas en el Golfo Pérsico ha sido bastante más rápida de lo esperado, generando una gran demanda por tripulaciones de tierra y de vuelo. Será interesante ver que estrategias emplean estos operadores para satisfacer la demanda en los meses por venir.
Karen Pacheco
says:Excelente artículo, de verdad que el crecimiento en los viajes tanto de negocios como de turismo superó las expectativas por mucho y la industria no ha alcanzado su operatividad al 💯 para cubrir ese incremento.
Interesante conocer lo que se viene en la industria para cubrir las demandas.