Como asiduo usuario de vuelos domésticos y uno que otro internacional, me quedo viéndoles sentados en sus puestos durante una turbulencia o por alguna orden del Capitan de Vuelo y siempre veo en sus expresiones, los retratos de personas dispuestas a resolver cada pequeño detalle que sea necesario. En algunos de ellos podría ver algunas caras de preocupación o de alegría al ver sus aparatos móviles quizá recordando algún momento familiar o simplemente distrayendo sus mentes para tomarse un merecido tiempo para ellos.
Son profesionales de un valor inigualable y no me refiero solo a su calma en momentos de emergencia, sino además, como seres humanos, brillantes al hablar, exactos al dar instrucciones y amables cuando los nervios traicionan a quienes deben volar por necesidad y no por gusto.
Son ellos a quienes hoy les envío un saludo de agradecimiento y admiración. Gracias por su excelente labor, gracias por estar siempre tan dispuestos para los demás, gracias por sus caras amables, aún cuando pueden estar pasando por muchas cosas que solo ustedes saben. Gracias por el hielo extra, esa almohada de más, el juguete al bebé que llora, gracias por darle la mano a quien siente miedo al volar, gracias por todo lo que hacen para que nuestros vuelos sean lo más agradables posible.
Ustedes son el puente entre el destino que se busca y el puerto de partida, ustedes nos recuerdan que siempre puede ser mejor el trato con los demás, que ser cordial y amable, es tan sencillo como saludar.